Expertos de la UCA y una empresa andaluza han obtenido fertilizantes a partir de subproductos del procesado de la aceituna de mesa.
Investigadores del grupo Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Cádiz, junto con el departamento de I+D+i del Grupo Ángel Camacho, han demostrado la viabilidad de producir abono procedente de diferentes subproductos orgánicos del procesado de aceituna de mesa. El proyecto ha sido financiado con 39.163 euros por la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA).
Aunque actualmente las investigaciones abordan la aplicación del alperujo y otros residuos procedentes del proceso de obtención de aceite, la novedad de este proyecto estriba en que es la primera vez que se utilizan Subproductos Orgánicos del Procesado de Aceituna de Mesa (SOPAM). En concreto, los investigadores emplean lodos industriales derivados de las operaciones de procesado, materiales procedentes de la molturación del hueso de la aceituna, previa a su utilización como fuente de biomasa en calderas, y poda de olivar.
Tras el análisis de estos subproductos, los expertos de la UCA han demostrado la viabilidad del proceso de compostaje de distintas mezclas de estos materiales. Con esta información, el Grupo Ángel Camacho trabaja ya para que este fertilizante pueda ser etiquetado como ecológico y sea apto de ser utilizado como enmienda orgánica en agricultura sostenible.
Durante este año, la empresa realizará ensayos en un pequeño invernadero experimental, que servirá como banco de pruebas. En él probarán con diferentes proporciones del compost generado y con distintas variedades de olivar. “Tras evaluar los resultados, nos plantearemos la posibilidad de extrapolar estos estudios a escala industrial al objeto de gestionar de forma interna el 100% de los subproductos generados”, explica el director de I+D+i de la firma, Jorge Gómez Carretero.
Acción bacteriana
Según explica el investigador responsable del proyecto en la Universidad de Cádiz, José Luis García Morales, se basa en el compostaje tradicional al aire libre, mediante el método de apilamiento y volteo. Con esta técnica, los compuestos van fermentando gracias a distintos microorganismos y se obtiene un compost libre de compuestos tóxicos para el desarrollo de los cultivos. Para ello, los expertos utilizan diferentes mezclas de los subproductos, a los que añaden material nitrogenado y aporte de restos de poda de olivar como material estructurante. Por tanto, se trata de un proceso aeróbico, biológico y realizado en condiciones controladas.
El resultado es un abono orgánico que supone una alternativa a los métodos tradicionales de gestionar los residuos del proceso industrial de obtención de aceituna de mesa. Hasta ahora, parte de los SOPAM acaban en el vertedero o, en su mayor proporción, se envían a una extractora para la obtención de aceite de orujo. No obstante, este proyecto plantea una gestión interna de estos subproductos. “La ventaja económica y medioambiental es clara, ya que estamos gestionando un subproducto que en la actualidad es procesado de forma externa, mediante su utilización como enmienda orgánica”, explica Gómez.
Además de este aprovechamiento agronómico, los investigadores de la UCA José L. García Morales y Miguel Suffo Pino han comprobado en el estudio de viabilidad el potencial calórico de los subproductos. “Esta característica abre la posibilidad de su utilización como fuente de energía. Habría que estudiar la manera de acondicionarlos previamente para poder ser utilizados desde un punto de vista no agronómico, sino energético”, matiza el responsable de I+D+I del grupo Ángel Camacho.
Fuente: agroinformacion.com
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