Práctica ilegal Los agricultores venden el aceite a sus allegados e incluso puerta a puerta.
Agricultores de zonas como la Axarquía o Antequera venden el aceite que fabrican para consumo propio sin etiquetar para obtener más beneficios.
La campaña de la aceituna no está siendo demasiado buena este año, los precios del aceite en el mercado no son los deseables y los costes de producción empiezan a dejar de ser rentables. Ante este panorama son muchos los agricultores a los que no le salen las cuentas y hay algunos que han optado por buscar una salida que les permita obtener mayor rentabilidad vendiendo su aceite a familiares, vecinos o conocidos sin etiquetar y sin los controles sanitarios a los que obliga la ley. Es la picaresca que se ha extendido por algunas zonas de la provincia de Málaga en los últimos meses, como en la Axarquía y en algunos puntos de la comarca de Antequera donde se ha convertido en una práctica muy habitual.
Los agricultores aprovechan la cantidad de aceitunas a la que tienen derecho a moler para consumo propio para obtener el aceite que luego venden sin etiquetar más barato que en cualquier tienda. "Al sólo tener que pagar los costes de molienda en la almazara resulta muy rentable", asegura el responsable de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) en la Axaquía, Benjamín Faulí.
Es lo que en términos agrícolas se conoce como maquila y suele hacerse en pequeñas almazaras, algunas de ellas ni siquiera dadas de alta. El aceite que obtienen se vende normalmente en garrafas de pequeño tamaño, no más de 25 litros, y la mayoría de las veces se comercializa en el entorno cercano del agricultor para no levantar sospechas. Pero los hay incluso que hacen una venta puerta a puerta por otros pueblos de la zona para ampliar el campo de negocio.
Los agricultores van creando así una red de comercialización entre sus más allegados que confían en la calidad del producto por estar supuestamente elaborado de forma artesanal, además de que los precios son más bajos.
Es verdad que es mucho más barato, pero el problema es que el consumidor no sabe cuál es el origen real del aceite, dónde se ha fabricado ni si cuenta con todas las garantías sanitarias o si se ha mezclado con otro de peor calidad. "No podemos permitir que estén por ahí vendiendo aceite de esa manera porque además es una competencia desleal y perjudica a los que sí cumplen todo el proceso", se queja Faulí.
Ni los inspectores de Agricultura y Pesca ni los de Consumo de la Junta de Andalucía reconocen haber detectado ninguna irregularidad ni haber recibido ninguna denuncia en este sentido. Los primeros porque sólo tienen la competencia de vigilar el funcionamiento de las almazaras y éstas no están obligadas a controlar el destino del aceite que producen. Y los segundos porque si el aceite no se comercializa en los canales normales de venta como tiendas o supermercados o alguien pone una denuncia tampoco pueden hacer mucho.
El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil también conoce la existencia de esta práctica ilegal cada vez más frecuente que al parecer de da en otros productos como el vino.
Eso no ocurre en las cooperativas donde cada agricultor sólo puede moler una cantidad de aceitunas para consumo propio en función de la superficie de olivar que tenga. Es la codicia que despierta al que algunos llaman el oro líquido.
Fuente: malagahoy.es
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